Los Maestros de un legado

Rolando Encinas nos habla del reconocido ensamble de música criolla "Música de Maestros" y el lanzamiento de sus dos nuevos materiales fonográficos titulado "Cantando Con Tu Recuerdo" en una entrevista con Pedro Pablo Siles.

El inestimable aporte de Música de Maestros a la cultura boliviana surge de una reflexión genuina sobre la identidad a partir del legado. Detrás de los numerosos discos y de las giras interminables por Japón, Europa y Estados Unidos, hay una labor profunda de investigación, de reinvención y, sobre todo, de revalorización de centenares de tonadas y letras del acervo musical de nuestro país.

Incontables músicos de primer orden han transitado por las filas de este gran ensamble, pero su longevidad y constancia están directamente relacionadas con la misión y la sensibilidad de Don Rolando Encinas, el maestro de maestros.

De cara a la presentación de los dos nuevos volúmenes (#22 y #23) de la discografía de Música de Maestros -a realizarse este domingo 22 en el Teatro Nuna-, conozcamos un poco más de cerca los entretelones del show y del nuevo material.

Por Pedro Pablo Siles R.

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¿Cómo definirías a Música de Maestros?

Música de maestros es una institución ya de más de tres décadas. Su objetivo principal en todo ha sido restituir la música de compositores importantes y también de poetas por la parte literaria. Música que en algunos momentos tal vez se ha tergiversado por las agrupaciones en diferentes versiones, en los discos incluso, hablando de los años ‘50, ‘60. Por otro lado, siempre ha buscado encontrar la forma original en que ha sido compuesta, los versos originales. Hemos hecho un trabajo verdadero de investigación en instituciones donde todavía existe este material, [o por] familiares quienes han aportado a la música boliviana. Y bueno, ya son años que venimos trabajando con esa mirada y con esa seriedad. Hemos hecho 21 discos, como unos 12 DVDs, todos de una manera autosustentable porque no hemos querido entrar con empresas, aunque debo reconocer que dos discos nuestros están en Discolandia, el 3 y el 4, pero hemos visto nosotros conveniente seguir caminando solos. Y hemos podido lograr, sin ningún condicionamiento de nada, nuestros propósitos.

¿Ustedes se ocupan en los arreglos?

Sí, bueno, yo soy quien más se encarga de eso. Hacer arreglos pienso que es un tanto recomponer, porque puedes vestir muy bien o puedes no vestir el tema, y es delicado, porque hasta tenemos que saber un poco de su biografía, de su carácter del compositor para poder proponer esto. Normalmente se hacen los arreglos en piano, de piano, bueno tenemos que trabajar violines, violas, cellos, toda la familia de cuerdas, de guitarras, mandolinas, también vientos, tenemos sección de zampoñas, quenas, cornos y aparte percusión, y siempre contaba con el apoyo, por lo menos estos últimos años, de vocalistas que son reconocidos en el país como Wilson Molina, el Nano Sandoval y Yuliano Encinas. Y bueno, desde el inicio hemos estado siempre con los arreglos nosotros como agrupación, incluso ahora que estamos haciendo otro tipo de...  travesuras.

¿Siempre ha sido un ensamble grande? ¿Cómo viajan, tomando en cuenta que varían los formatos según la ocasión?

Así es, es como una concertina. Por lo general estamos entre 35 músicos o quizás algo más alguna vez, pero viajamos normalmente unos 12 o 14 músicos. Por 20 años hemos estado yendo seguido a Japón con una estructura de siete o seis músicos, sexteto, y nos hemos acomodado a las posibilidades que nos dan también los festivales de Europa o las invitaciones de Estados Unidos o, bueno, dónde fuere, ¿no?

Me imagino que eso implica hacer arreglos diferentes para cada formato...

También, sí, a veces hay que reformular para que no se extrañen los instrumentos que están ahí. Tengo que ver que el grupo viaje sonando similar por lo menos, que no se extrañe esas secciones, que obviamente también enriquecen y dar un color diferente. Pero también hay algo que he encontrado en los años: cuando hay musicalidad, tres instrumentos pueden sonar muy bien si están bien ejecutados, bien ensamblados. Antes yo extrañaba cuando me falta un violín. ¡Oh!, me quería morir en los conciertos. Hoy no, hoy me tranquilizo y no tengo problema si alguien me dice: “No voy a poder esta vez, porque ya tengo algún otro trabajo”. Pues adelante, ¿no? Porque ahí tenemos tanta gente que puede apoyar.

¿Que nos puedes comentar acerca de este nuevo disco? ¿En qué consiste el material? ¿Cuántos lo han grabado? ¿Qué tipo de formatos están manejando?

Sí, este disco se ha dejado esperar por lo menos unos 10 años, [desde] cuando falleció mi señora madre, Doña Hilda Calderón, justamente el 2012. Como todo hijo que ha estado tan cerca, la he extrañado mucho, entonces ha habido una necesidad de poderla tener conmigo siempre, incluso en mis canciones. Creo que en lo personal he dado mucho ya en discos, en propuestas diferentes de la música boliviana, pero a mi madre le gustaba, como a mí, desde niño, los tangos, los boleros y otros géneros musicales de la generación de nuestros abuelos y papás. Muchos de nosotros hemos crecido escuchando esa música, ¿no? Es por eso que dije: “Sería pues grabar la música que a estas personas les gustaba, y en la que yo también he crecido, me he formado”. Es así que he ido escogiendo minuciosamente [tanto] melodías como letras del repertorio latinoamericano

En ese sentido, es algo especial dentro del repertorio de Música de Maestros. ¿Hay alguna canción de origen boliviano?

Dos temas bolivianos hay, pero de diferentes espacios. Por decirte, de la Argentina tenemos tangos, tenemos chamamés, también tenemos polkas paraguayas, cumbias venezolanas, tenemos una variedad; es muy interesante este trabajo. Y hay algo que debo también comentar. Si bien no serán nuestras las guitarras o los violines que llegaron, como algunos dicen, en barco, en cada región, en Bolivia como en Latinoamérica, se le ha dado una forma de interpretación muy particular a estos instrumentos. Entonces, nos hemos apropiado de ellos ¿no? Y también esas formas musicales las recuperamos, o más bien, las hacemos conocer en este disco.

¿Hace cuánto tiempo están trabajando en este proyecto?

Hemos trabajado durante todo este tiempo incluso de pandemia. Este disco tenía que haber sido presentado el ‘19, pero teníamos como institución invitaciones en Europa, Estados Unidos, Japón, entonces no nos dio el tiempo para acabarlo, y luego se vino la pandemia. Entonces, en realidad, un 80% del disco ha sido grabado, un tanto por monitoreo, por pocas personas del grupo, las que sí han tenido un poco más de apertura y quizás no tanto el mismo pánico que el resto tenía para venir a ensayar, para ir al estudio. Entonces es un disco muy especial.

¿Algunos miembros han tenido que grabar más de una parte?

Sí, por decirte, una mandolina, Kasumi Mendoza, ha grabado casi el 80% sola, primeras y segundas. Luego, el violín lo propio, Heidi Solís o Mayu Kobayashi, que toca ya años con nosotros, tuvo que grabar casi de todas las demás violinistas, porque en sus casas tenían cierto recelo. Ha tenido que grabar, por decirte, 4 violines o 5 violines, una sola persona; no quedó otra. Y guitarras lo propio, mi hijo Adrián Camilo grabó las guitarras de un buen por ciento. Ahora más bien, recién los estoy haciendo compartir a los demás compañeros, que ya más tranquilos han venido y ya han puesto también lo suyo. Pero ya en noviembre estaba avanzado el disco porque son 22 temas; en realidad son dos discos.

¿Será un álbum doble?

Son dos discos, Volumen 22 y Volumen 23, de música similar, latinoamericana. Los estamos editando por separado, porque son dos discos para mí, porque en un volumen tampoco entraría, y no hemos pensado hacerlo doble.

¿Dónde fue grabado? ¿Qué más nos puedes comentar sobre los nuevos discos?

En el estudio de Yuliano Encinas. Él trabaja ya más de 25 años con Música de Maestros; es guitarrista, cantor, bajista, [toca] todos los instrumentos, y también tiene su estudio grabación. Si no, no pudiésemos salir adelante, sinceramente. Tenemos bien claro el sonido que nosotros deseamos del grupo y pese a que hay tantos instrumentos, siempre hemos logrado que haya identidades, que se pueda disfrutar todo el trabajo que se hace en la orquestación. Ahora por lo menos hay más posibilidades en la tecnología; muchos ya hasta en sus casas tienen estudio.

Y hay algo más, que tenemos gente invitada: desde Japón tenemos a dos personas, a una señora arpista que es una de las mejores en su instrumento y que ha trabajado toda su vida música paraguaya; está compartiendo y nos manda la grabación. Sho Maquino también está. Él ha trabajado en Venezuela el cuatro venezolano y las maracas, y es de Música de Maestros. Hemos invitado a Chango Spasiuk [desde Argentina] para tocar el acordeón; ha venido aquí hace un par de años, hemos hecho un programa con él y gustoso nos va a mandar también. Hay cosas así interesantes de unos cornistas que han llegado de Estados Unidos de una universidad a dar unos talleres con La Sinfónica, etc. Y Christian Asturizaga, que es también compañero del grupo, nos ofreció su participación en este disco. Entonces esas cosas son “cherries” interesantes y lindos para que suene bien.

¿Esta fecha marca el inicio de una nueva etapa?

Para julio estaremos en el Teatro Municipal, seguramente presentando un tanto de esto también, porque hasta que la gente más o menos ubique, es un repertorio totalmente desconocido. Y siempre también van a escuchar lo que quieren oír: “Boquerón”, “Qhunuskiwa” o una cueca en especial, entonces hay que poner en el programa siempre algo así.

Son quizás más de 300 temas que tenemos grabados. Muchas son obras que quizás hemos grabado nada más, ni siquiera las hemos tocado en vivo, porque es tanto repertorio. Pero estoy seguro de que todas las cosas que se han grabado siempre han sido muy bien trabajadas, orquestadas y delicadamente escogidas, porque siempre hacemos alusión a los nuevos autores y compositores bolivianos, a nuestro entender ¿no? Bueno, el gusto de la gente es diferente de repente, pero a nosotros o a Rolando por lo menos nos agradan...

¿Qué puede esperar la gente que vaya a verlos al Nuna? ¿Cuántos van a hacer en escenario?

Bueno, vamos a ser menos gente esta vez porque hay algunos que no han podido ya nivelarse. La gente no ha tenido tiempo, entonces los hemos respetado y estaremos como unas 25 personas no más, interpretando obras de nuestro repertorio de canciones que ya quizás el público conoce, pero escogiendo por lo menos a un tema de cada país de los que hemos tomado en cuenta. Va a ser lindo, porque es una música que estoy seguro que mucha gente alguna vez ha oído. Por ejemplo, mis compañeros del grupo me dicen: “Ese tema escuchaba mi abuelito o mi tía”. Christian Asturizaga vino el otro día, escuchó un tango que hemos tocado, “Negrita Chavelona”, y dijo: “Ah, ese tema a mi abuela le gustaba, qué lindo”. Entonces, hemos vivido nosotros todo eso, esa música no muere...

En tu caso, ¿qué tipo de recuerdos asocias con estas tonadas?

Hemos sido acunados muchas personas escuchando esas canciones. Mi madre me sacaba a bailar los domingos con Dante Flor, su programa de radio, y toda la mañana yo disfrutaba con ella bailando de rato en rato, mientras ella cocinaba. Yo he nacido con esa música, los valses, mis cuecas, mis taquiraris y la música del campo cuando la gente venía a la radio San Gabriel, acá arriba de Sopocachi. Venían los grupos del Mercado Rodríguez tocando y pasaban por la casa, y yo me iba detrás de ellos escuchando tarkas, moseños. A la 1 de la tarde ya terminaban su concierto porque tenían su sala linda ahí y se iban otra vez a tomar movilidad seguramente. Yo he nacido a esa música, por eso a mí que me digan que soy más boliviano o no por lo que tengo sandalias o no tengo sandalias, eso me vale un cohete. Yo he nacido a esas formas, y como mestizo me reconozco en toda esa música.

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